
Hace unos meses decidí visitar Xochimilco con unos amigos. Queríamos algo diferente, así que le pedimos al lanchero que nos llevara a la famosa Isla de las Muñecas. Él nos miró raro y nos preguntó si estábamos seguros. Cuando le dijimos que sí, solo asintió y empezó a remar.

Visitar el exconvento de San Bernardino de día es una experiencia hermosa: su arquitectura colonial y su historia lo hacen un lugar muy especial en Xochimilco. Pero nadie me advirtió lo que se siente estar ahí de noche.
