Visitar el exconvento de San Bernardino de día es una experiencia hermosa: su arquitectura colonial y su historia lo hacen un lugar muy especial en Xochimilco. Pero nadie me advirtió lo que se siente estar ahí de noche.
Una amiga que trabaja en la zona me invitó a un evento cultural nocturno. Todo estuvo bien hasta que el lugar quedó vacío. Ella se quedó cerrando y yo decidí esperarla sentado en el patio. Entonces lo escuché:
Un murmullo.
Era una voz masculina rezando, cada palabra arrastrada como si viniera de un eco lejano.
Miré alrededor, pero no había nadie. El murmullo se volvió más claro. Venía del pasillo que lleva al claustro. Caminé lentamente y el aire se volvió helado.
Cuando llegué, lo vi.
Un monje encapuchado caminaba lentamente, con un rosario en la mano. No podía verle el rostro, solo la silueta oscura contra la tenue luz de las lámparas. Sentí un escalofrío que me paralizó.
De pronto, el monje se detuvo y giró la cabeza hacia mí. Sus ojos brillaban con un resplandor blanquecino. El murmullo cesó.
El silencio fue tan profundo que escuchaba mi propio corazón retumbar.
Comenzó a avanzar hacia mí, pero no escuchaba pasos. Era como si se deslizara. Cuando estuvo a unos metros, se quitó la capucha y vi su rostro: pálido, con las cuencas de los ojos vacías.
Intenté correr, pero mis piernas no respondían. Solo cuando él levantó la mano en señal de bendición, logré moverme y salí corriendo del convento.
Esa noche tuve pesadillas en las que lo veía parado al pie de mi cama, rezando, mientras el cuarto se llenaba de ese mismo frío que sentí en el claustro.
A veces pienso que él me siguió. Desde entonces, cada vez que paso cerca de una iglesia, escucho el murmullo de un rosario que se repite una y otra vez, más fuerte cada vez.
Origen de El Monje de San Bernardino (Xochimilco)
El Exconvento de San Bernardino de Siena, construido en el siglo XVI en Xochimilco, fue uno de los primeros conventos franciscanos en la región. Durante su apogeo, los monjes vivían y rezaban en sus claustros, siguiendo estrictas rutinas religiosas.
La leyenda del Monje de San Bernardino surge de los relatos de vecinos y trabajadores que aseguran escuchar rezos y ver sombras extrañas por las noches, mucho después de que el convento dejó de funcionar como hogar religioso. Algunos creen que es el espíritu de un monje que murió cumpliendo su voto de oración, pero que quedó atrapado en el lugar, incapaz de abandonar los claustros.
Otros dicen que este monje era extremadamente estricto y que su espíritu aparece para vigilar que se respeten las normas del lugar, causando un frío intenso y sensaciones de terror a quienes lo encuentran.
Hoy, el exconvento es un sitio turístico y cultural, pero quienes se adentran en sus pasillos de noche aseguran sentir la presencia del monje, escuchando rezos que parecen provenir de otra dimensión.





